Sea por las causas que sea, pero sin duda, acentuado por las condiciones que hemos vivido durante la emergencia sanitaria a nivel mundial, la depresión se ha vuelto protagonista en la sociedad de 2023.

¿Qué e la depresión?

Según la OMS “La depresión provoca un nivel de angustia entre quienes la padecen que puede afectar su capacidad para realizar las tareas cotidianas, incluso las más simples. Daña en forma significativa las relaciones con la familia, los amigos y la participación en el mundo laboral, con el consiguiente impacto económico y social. Según la cantidad e intensidad de los síntomas, la depresión puede clasificarse como leve, moderada o grave. El riesgo extremo de la depresión es el suicidio”.

Desde dentro

Recojo aquí el testimonio de mi primera paciente.

“Hoy no sé dónde estoy parada. No lo sé. Qué quiero vivir, cómo quiero vivir, qué me gusta, qué estoy dispuesta a dar. Qué quiero como pareja, como madre, como hija, como hermana, como profesional. Esto es lo más claro. Pero me pregunto en qué espacio quiero trabajar.”

Es raro verla tan desorientada. Desde que la conozco, se la ve muy decidida, muy clara en sus pensamientos. Y hoy se siente muy confundida.

Cierto es que desde hace un tiempo percibo que está con un exceso de tareas. Y ella siempre se exige hacerlo todo bien, todo a tiempo. Incluso quiere responder rápido, a lo que sea. Y vislumbro una tendencia a querer que las cosas sean de otro modo a como son, como ella quiere que sean o como considera que deberían ser.

Un mes o dos después sus palabras fueron: “Ayer fui a mi médica; me recetó un antidepresivo. Estaba sintiendo que ya no podía sostener más nada. Nada más. Nada de nada. Uf. Y curiosamente mi pareja se ha portado bien. Me acompañó el día que fui a la emergencia. ¡Ese día pensé que me iba a morir! Un dolor muy fuerte en el pecho y falta de aire y dificultad para respirar. Y quería llorar y no podía. Del susto me fui a la emergencia. No pensé en pedirle que me acompañara, pero se ofreció y acepté, pero sintiendo que lo estaba incomodando. … Y mientras estaba en la consulta, en cuanto comencé a hablarle al médico, ya solté el llanto. Y mientras hablaba, pensaba que mi pareja me iba a reprochar cuando saliera. Que cómo iba a estar así, si tengo todo para estar bien.” Noté su ansiedad en el relato. Y me cuenta que fue todo lo contrario: recibió de parte de su pareja un abrazo, amor incondicional y comprensión. Cero cuestionamiento. Y sigue con preocupación: “No sé qué es verdad o no de lo que percibo. Parece que percibiera las cosas al revés. ¿Por qué no puedo recibir el amor?”.

En la siguiente sesión la novedad es que no siguió con el medicamento antidepresivo. Decidió recurrir a medicina natural, en base a hierbas y gotas preparadas por una naturista, en base a un diagnóstico con radiestesia. “Todo bien. Me dio para adelante. Dormí bien esta noche”. Me había mencionado más de una vez episodios nocturnos de despertarse súbitamente con sensación de ahogo o falta de aire.

“Estoy sin fuerzas para nada. No quiero sujetar nada, luchar por nada. Bajo los brazos. Físicamente me duelen los brazos, el hombro, mucho. Por momentos parece que se viene el caos. Pero no sé, desde que estoy así, digamos declaradamente angustiada, depresiva, mi pareja está más cercana, amorosa, atenta. Siento que tengo permiso para descansar, aflojar. No sé si es eso o que salí del muro del enojo, que lo puedo ver diferente. Es raro para mí verme así, como que no puedo encarar nada. Y dejarme atender, no estar decidiendo. Pero también es un descanso”.

He de decir que ella venía en un proceso de duelo por la pérdida de un familiar directo muy significativo para ella. Sabemos que un solo factor no es decisivo para que se desarrolle una depresión. Pero sí es importante tomar en cuenta este contexto también, además de otras causas probables. Y en la siguiente sesión trajo este tema.

“Otra vez emergió en mi la tristeza por la muerte de X. Me cuesta entenderlo, aceptarlo. ¿Por qué lloro? Si era como una carga, un trabajo. Y vino Y (con quien convive pero estaba siendo difícil la comunicación), me dio un abrazo, me saludó bien. Fue un bálsamo. ¡Regocijo para mi alma!”. Finalizamos esa sesión viendo lucecitas dentro de ese túnel que está transitando.

A la siguiente, la veo un poco más empoderada: “Estoy cursando una depresión, sí. Y tiene algo de conocido y algo de desconocido. Puedo verlo, puedo estar, puedo darme cuenta de que me agoté. De que no tengo fuerzas para nada más. Sujetar nada, sostener nada.”

Subrayo esto, pues lo que ocurrió un tiempo atrás, es que ella se hizo cargo entre otros asuntos, de un familiar en una situación grave y lo vivió en soledad.

“Y estoy hipersensible. De pronto estoy bien, me parece que ya vi la luz y de repente algo, aparentemente insignificante, me provoca estar otra vez en el pozo, ensombrecerme, caer en la oscuridad. Y si no me dan atención, me enoja y si vienen a darme atención, no lo soporto, lo rechazo. ¡Qué se yo! Y luego me siento mal. Y a la vez siento que puedo modificar el entorno con esas actitudes. Buf. ¿Son todos tontos? ¿Tengo tanto poder? ¡Qué miedo! Y a la vez pienso, o siento, ya no sé, que, si tiro de la cuerda, todo se romperá, me quedaré sola. Y por momentos ¡quiero que todo se rompa! Quiero cero exigencias, cero presiones.”

Recuerdo que B. Hellinger decía “lo que oprime deprime”. Y algo de esto me muestra ella: “Y hay veces que siento una furia interna, un fuego, una rabia que, si voy de copiloto en el coche, quiero golpear la puerta, gritar a toda voz, patear. En casa he roto cosas. La mayoría afuera y cosas sin uso, que no perjudican. Y quiero que me oigan y a la vez no. Me doy cuenta que es difícil para quienes viven conmigo. He dado golpes, cortado leña para descargar, he salido de noche a caminar…en fin. Me alivia. ¡No sé de dónde surge tanta furia! Me desconozco a veces.”

Hoy, después de unos meses, Aki Mandoyo -así acordamos que la llamaría- está mucho mejor:“¡Volví a cantar! ¡Me reí a carcajadas con mi pareja! Ni me acuerdo cuándo había sucedido la última vez”.

Como terapeuta

Su proceso fue y es su proceso pero ¿qué le ofrecí en el acompañamiento de su trayecto?:

  • Escucha activa, sin juicio.
  • Tiempo para transitarlo. Ninguna prisa porque saliriera de la situación.
  • Contención, comprensión.
  • Otros puntos de vista desde donde mirar lo mismo que ella estaba enfocando.
  • Vivencias integradoras de abordaje corporal.
  • Algunas sugerencias de acciones concretas que la conectaran con la vida, con el placer.

Gracias Aki Mandoyo. También hablaste de mí. Te deseo –y nos deseo– la felicidad de saber quién realmente eres.

Y tú lector/a, si algo de esto se parece a lo que vives o has sentido, no dejes de pedir apoyo. Si sientes que te puedo ayudar y quieres contactar conmigo, puedes escribirme a: akashaenea@gmail.com

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