Mi lugar en el Universo
En este momento y en este espacio concretos soy Vanesa Landabaso Garcés, nombre que me conecta con mis padres y con el agradecimiento por la vida que me llegó a través de ellos un 30 de mayo de 1977 en Bilbao, norte de España.
Mi corazón vibra en Géminis, signo en el que está mi Sol, mi ascendente es Cáncer y tengo la Luna en Escorpio. Disfruto de conectar con diferentes personas y de filosofar sobre ideas y conceptos.
La práctica de la meditación en mi día a día y la conexión con el silencio me ayudan a equilibrar mis emociones y a descansar en un estado de presencia con mi cuerpo.
Me gusta investigar, conocer y experimentarme en la vida en sus diferentes matices e infinitas posibilidades, acogiendo lo que hay en cada momento y nutriéndome de mi sombra cuando, a través de las dificultades en el camino, la puedo observar y transformar en un nuevo impulso. Esto es lo que me abre al flujo natural de la evolución de la vida, de la energía que somos, con sus subidas y sus bajadas, y con los saltos cuánticos que se dan cada vez que reconciliamos dos polaridades internas proyectadas en conflicto en nuestra vida.
Estudié psicología y me especialicé en terapia familiar sistémica, sin saber muy bien hacia dónde iba. Durante años me escondí detrás de un trabajo cómodo de oficina y del papel de eterna cursillista debido a mi inseguridad para ofrecer ayuda como terapeuta si yo misma no había iniciado el proceso de desarrollo espiritual y autodescubrimiento que años más tarde me ha llevado a ponerme al servicio del acompañamiento a través de la psicología sistémica, transpersonal y energética.
En este momento de mi vida me dejo guiar por este bello impulso de acompañar a otros seres maravillosos que en algún momento paran para dejarse sentir, observar y sanar lo que limita sus vidas y obstaculiza su propia evolución.
Via Ayni al servicio de la vida
Desde que Irene me presentó Via Ayni todas mis células saltaron de alegría y se contagiaron de la esencia misma del significado de Ayni, en el que así como uno entrega, uno recibe, siendo lo esencial el lugar interno desde el que se entrega.
Es ese lugar que tiene que ver con la confianza en la vida y con la entrega incondicional cuando se da sin pensar en lo que se va a recibir de vuelta; cuando se entrega porque forma parte del fluir de la vida en la que subyace un equilibrio entre el dar y el tomar.
Así comenzó y así es mi relación con este bello proyecto que late con fuerza desde que nació y que siento hará latir en resonancia cada vez a más seres interconectados creando una red Ayni que vibre en la frecuencia de amor sostenida por la sabiduría y la voluntad.
A día de hoy me abro a ofrecer desde el corazón lo que he ido aprendiendo durante años en diferentes formaciones y a través de mi experiencia vital y a recibir como la eterna aprendiz que soy.
Gracias Irene por “dar a luz” este proyecto que ya está al servicio de la vida.
Sistémica como filosofía de vida
Mi relación con las constelaciones familiares, a las cuales dio forma Bert Hellinger gracias a su observación fenomenológica durante años, fue amor a primer sentir. En cuanto la energía del campo de la primera constelación en la que participé me tomó, pude conectar con el sentido de la vida y con mi lugar en el universo. Fue un rayo de luz que me arrojó comprensión sobre las leyes universales invisibles que rigen la vida, lo que en sistémica llamamos órdenes del amor.
Sentirme parte de mi sistema familiar en sintonía con otros sistemas cada vez más grandes, y comprender que toda transformación en mí afecta al resto de los sistemas a los que pertenezco me conectó con algo muy profundo.
Fue como si hubiese comprendido la vida por primera vez y el lugar que ocupo en ella.
Gracias a la práctica de esta herramienta terapéutica como modo de observar lo que limita mi vida, se instaló en mí esa mirada más amplia y amorosa que es capaz de incluir lo difícil, lo rechazado. Se trata de la reconciliación de las dos polaridades que mantienen el conflicto hasta que esa mirada sanadora ayuda a fusionar lo dividido generando un salto cuántico que nos apertura a una nueva información expansiva.
Es el momento en el que nos hacemos cargo de lo que nos toca en el presente desde la voluntad adulta e impulsamos una nueva acción que nos sitúa a favor de la corriente imparable de la vida.
Somos energía materializada en un tiempo y en un espacio concretos, y pertenecemos a innumerables campos energéticos dentro de un gran Campo Fuente, y quien sabe si a campos mayores en una espiral infinita.
Vivirme desde la atención a los momentos en los que dejo de estar en sintonía con el momento presente, en sintonía con la vida tal y como es, con mi responsabilidad y en mi lugar, es lo que me ayuda en mi crecimiento de lo personal a lo transpersonal. Las constelaciones familiares, y la filosofía sistémica que subyace, son la base de esta observación.
Como dice Brigitte Champetier De Ribes, psicóloga, consteladora familiar y mi maestra en esta disciplina, en su libro Las fuerzas del amor:
Somos uno con todo y cualquier tensión se vive como la oportunidad de soltar algo del pasado. El fluir con la vida nos impulsa automáticamente a estar en el agradecimiento y, simultáneamente, nuestro alrededor se vuelve exitoso y abundante.
Nos entregamos al baile del universo, bailamos con él y él baila con nosotros.
Comencemos por dirigir la mirada hacia nuestro interior para despertar la autorresponsabilidad que supone sabernos cocreadores de la realidad
¡Adelante con la vida!
Puedes encontrarme en Escuela de Crecimiento, donde ofrecemos procesos formativos en las áreas corporal energética, inconsciente y sistémica, además de Meditación y Mindfulness.
