La respuesta es muy sencilla....
... porque somos un todo, y como un todo, es necesario que todas nuestras partes estén en armonía para experimentar la salud y bienestar.
Las enfermedades o los conflictos biológicos, como así los llamó el Dr. Hamer en los 70s, son la forma que tiene nuestro inconsciente a través de nuestro cuerpo físico, para restablecer el equilibrio pérdido ante ese evento que supera nuestra capacidad de compresión y asimilación.
Es tiempo que empecemos a ampliar la percepción de lo que comprendemos ser al llamarnos humanos o seres humanos, y atravesemos los límites de nuestro ego
Como seres conscientes que se auto-observan y reflexionan acerca de sí mismos, debemos replantearnos lo que en verdad implica la humanidad y la experiencia física en la Tierra o tercera dimensión.
Cuando enfermamos estamos entrando en el final de un ciclo que requiere que dejemos ir aquello que no fue útil, de forma que podamos avanzar a la siguiente etapa de nuestra evolución.
Sin embargo, la falta de consciencia acerca de lo que expresa la enfermedad, es lo que hace, que en muchas ocasiones, esa enfermedad vuelva a aparecer o se vuelva crónica.
Hamer exponía que no es necesario actuar ante una enfermedad, pues ésta es la resolución biológica del conflicto vivido. Desde mi punto de vista, he experimentado esto como una verdad en mi vida; no obstante, a esta teoría o hipótesis le hace falta una parte: la consciencia.
Una enfermedad es la forma en como un individuo logra hacer frente a una situación desagradable, y la expresión en el cuerpo es el punto final; pero si no somos conscientes de como reaccionamos ante esa situación, las ideas que formamos o tenemos alrededor de la misma, de cómo nos hizo sentir y la influencia exterior que tuvimos ante ese momento, de seguro que cuando volvamos a vivir una situación similar, reaccionaremos igual, y por tanto, la enfermedad reaparecerá o se hará crónica.
En otras palabras, la enfermedad solo es el resultado de los programas y la estructura mental y emocional que hemos construido.
Como dice el Dr. Joe Dispenza, para manifestar una nueva realidad, en nuestro caso sanar, hay que dejar de ser quien solíamos ser y es necesario convertirnos en una nueva persona, probablemente, una versión mejorada de nosotros mismos, o ser quien realmente somos: nuestra esencia divina.
La psicología nos ayuda a comprender los factores mentales del ser, pero no hay ninguna ciencia que nos hable de los factores emocionales. Estos son lo que en muchos casos, las terapias holísticas abarcan.
Sin embargo, entendernos como un todo, va mucho más allá del cuerpo, la mente y las emociones. Implica develar todas las interacciones que como seres tenemos, teniendo en cuenta nuestra historia familiar, cultural, social, demográfica, nuestra historia como humanidad: lo que no solo nos lleva a la historia social, también hace referencia a conocer la verdad sobre la evolución de la Tierra, la geología, la antropología, la naturaleza; además de conocer las matemáticas, la geografía, la astronomía, el arte, las leyes físicas y universales que nos afectan, entre otras cosas más.
Para esto, es necesario conectar con nuestra espiritualidad, pues ésta y solo ésta, es la que nos permitirá saber y experimentar quiénes somos realmente, de donde venimos y hacia donde vamos, que es lo que, en esencia, nos devuelve al bienestar.
Como expresa el Dr. Alberto Villoldo, “La sanación de cualquier aspecto de nuestro ser, es un proceso de reconexión con la Tierra y el Universo.” Y lo que más nos acerca a esto son las terapias holísticas y ancestrales que han vivido entre nosotros mucho antes que la medicina alopática.
No se trata de rechazar una ciencia, o disciplina, se trata de integrarlas. Observar cuál es la utilidad que cada una de éstas nos trae, e identificar la herramienta de sanación detrás, ese es el regalo que el cambio de percepción y el abandono del juicio nos trae...
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