Mi sendero con los Registros Akashicos comenzó en 2012, cuando conocí a Alicia Soto. Para ese entonces estaba en una búsqueda espiritual más consciente, pero por el lado de los caminos que ya estaba transitando: la Gestalt, con su lado zen; el eneagrama y el 4to camino; la meditación Vipassana de la mano de Goenka.

Mi educación religiosa en un país laico, mi experiencia anterior dentro de una estructura eclesial, mis decepciones, y… por supuesto mi eneatipo racional, hacían que buscara algo tangible, lógico. Y un día, sin esfuerzo por mi parte, me vi en el curso de Primer Nivel de Registros Akashicos. De inmediato me sentí en mi salsa, aún sin entender por qué ni pretenderlo.

El discurso de Alicia me cautivaba y me parecía asequible y sin fisuras. Sin embargo, había algo que en mí no encajaba del todo: era cuando hacía referencia a los ángeles.

Los invocaba a menudo y hablaba de ellos como seres tan cercanos, con los que tenía una comunicación fluída, un conocimiento cercano. Yo estaba aún impregnada por la clásica imagen de los ángeles con alas típicas de las estampitas y las iglesias. Y me sonaban San Miguel, San Gabriel, San Rafael. Y cuando los oía nombrar, me remitía a dichas imágenes. Pero Alicia nombraba con mucha devoción a uno que yo no había oído nombrar y su nombre quedaba resonando en mi mente.

Escuchaba con respeto, pero como algo lejano a mí. Bastante excéptica de que yo pudiese experimentar alguna vez esa conexión.

Existía un programa de TV en mi infancia, en el que había un personaje curioso: un robot llamado Ultratón. Se comía los chupetes de los niños a los que sus papás y/o mamás les decían que ya no debían usarlo.

Cada vez que Alicia nombraba a ese ser de luz elevado, yo lo asociaba - y perdóneme la jerarquía celestial - con este personaje antipático. Por la similitud de sus nombres. Y a la vez me divertía con la obvia discordancia.

Lo cierto es que se fue instalando en mí una genuina curiosidad por saber quién era Metatrón. Por qué ese nombre. Los demás tenían nombres como el de mi tío, mi primo, mi hermano. Éste, nombre de robot. Curioso.

Luego empecé a encontrarme con la Geometría Sagrada y el cubo de Metatrón. Otro misterio. Pero desde ahí conecté. Dibujándolo, pintándolo. Pero no proponiéndomelo. Simplemente ocurrió.

Una noche me despertó una voz, robótica. Parecida a las que en los videojuegos de mi hijo me generaban rechazo. Y fue justamente esto lo que me sorprendió mucho. Que no me estaba generando rechazo.

Y así se presentó, este Ángel grande y fuerte, un ser de amor infinito, palabra contundente y energía poderosa.

Esta vez lo asociaba a otro personaje de TV, que conocí en la infancia de mi hijo: Thor.

Me fue dictando mensajes de claridad meridiana. Los primeros siempre eran para compartir.  Ahora ya me llegan algunos específicamente para mí. Y creo que entiendo por qué ha sido así. Fue su manera de contar con mi credibilidad.  

Hoy siento su presencia y se me hace familiar. Confío en su protección y quiero acudir a él en lo cotidiano.


Soy feliz siendo canal para esto, siempre a través de mis Registros Akashicos. Y tú sabes que también puedes serlo. Aquí compartí dos de ellos. Espero que los disfrutes.

Si quieres recibir otros mensajes de Metatrón, puedes ir a @akashaenea en Instagram.

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