La psicoterapia Gestáltica la conocí primeramente como consultante y fue como encontrar “la horma de mi zapato”. Y ser ahora Psicoterapeuta Gestáltica, es una de mis identidades favoritas. Una tarea que honro profundamente y disfruto plenamente.

Aún me encuentro con personas que me dicen “Nunca había escuchado hablar de Psicoterapia Gestalt, ¿qué es?”. Suelo responder brevemente, desde mi experiencia, tratando de que mi interlocutor/a me entienda, y generalmente termino diciendo “Es un enfoque que me fascina”.

Intentaré en este espacio, dar una respuesta más elaborada, sabiendo que una de las características atractivas de este enfoque es que permite una gran creatividad en su puesta en práctica. Se ha dado en llamar por diferentes autores: terapia del encuentro, terapia integrativa, terapia humanista, terapia de contacto, del aquí y ahora, en fin.

Su creador la define así:

“La terapia gestalt es un tipo de terapia de tipo experiencial que no es considerada tanto como una simple psicoterapia, sino como una auténtica filosofía de vida, que influye en la manera de percibir las relaciones con el mundo por parte del individuo”.

Yo opté en este caso por recurrir justamente a las palabras textuales del médico y psicoanalista Fritz Perls, para hilar lo más fielmente posible los rasgos más característicos de este enfoque.

Sostenía él que “La psicoterapia gestalt es tan buena, que por qué reservarla para los enfermos”.  Y realmente me encanta que así sea, pues como paciente, no me sentía enferma cuando en mi juventud dí con esta terapia, pero sí con un profundo malestar por no encontrar en ninguno de los espacios sociales que frecuentaba, respuestas a preguntas existenciales. Ningún espacio para pensarme, sentirme, observarme sin juicios ni etiquetas, para saber quién era yo.

La terapia Gestalt me dio ese lugar seguro para conocerme más profundamente.

Adentrémonos entonces en la descripción de algunos asuntos típicos de la psicoterapia Gestalt.

La silla vacía

“Si uno se siente perseguido por un ogro y se convierte en el ogro, la pesadilla desaparece.”

Este es un ejercicio muy habitual en el trabajo clínico. Sobre todo cuando se plantea un tema de conflicto con alguien o con algún personaje interno.

La silla vacía, es la que se coloca frente a la de la persona que plantea la temática. Y esta va ocupando alternativamente su silla y la silla vacía, hablando del asunto desde los dos lugares. Es decir, desde el yo con el que se identifica, y desde el “ogro”, llamémosle, pero siempre en primera persona. En algún momento del proceso (debidamente guiado por el/la terapeuta), surge un punto de contacto entre las polaridades. Y siempre se logra integrar un aspecto de la otra parte, que era necesario para salir del dilema o de la escisión o proyección.

Se produce un cambio de percepción en ese momento y la persona experimenta una sensación de totalidad mayor.

Un día, voy a nombrarla como Ana, trabajó un conflicto que la tenía muy alterada. Llegó enojada a la consulta. El “ogro” era su pareja. Su ira era tal que le costó acceder en el ejercicio, a ocupar la silla vacía representando a la persona en cuestión. Luego de pasar unas tres veces por la silla vacía y colocarse en la visión de la pareja, cambió su semblante hosco por una sonrisa blandita. “¡Ahora me quedaría acá!”

Aquí y ahora

“La angustia es la brecha entre el "ahora" y el "después”

“Estar presentes ahora consiste en unir nuestra atención y nuestra conciencia”

Que el pasado ya fue y el futuro aún no existe, solo existe el presente, es en estas épocas, casi una frase hecha y podemos concordar sin mucha dificultad. Pero asumirla realmente con las consecuencias en la cotidianidad y en la clínica, no es tan fácil.

Estar aquí y ahora es tener la conciencia plena del momento presente. Cómo estoy en este instante, qué pienso, que siento, que hago y de qué me percato de lo que sucede en mi entorno en este preciso instante. Y al siguiente instante ya suceden otras cosas y al siguiente otras.

La dificultad mayor es entrenar a la mente para no irse al pasado o al futuro. ¿Y cómo puedo entrenarla? Una clave es la respiración consciente. Probablemente, la mente no se acalle del todo, pero si estoy con mi atención puesta en acompañar mi respiración, puedo observar que sí se calma, que los pensamientos se ralentizan y puedo darme cuenta que ahora estoy pensando lo que estoy pensando ahora. Sin anticipar o añorar, o planificar o lamentar.

Puedo agregar la conciencia de mi cuerpo en este instante, postura, gesto, tensiones, temperatura, necesidades. Notar qué me ocurre en el cuerpo en este instante, me trae al aquí y ahora.

A través de la palabra: evitar lo que Fritz llamó el “acercadeísmo”. Es decir, evitar hablar “acerca de” el asunto, sino, nombrar el asunto tal cual lo experimentas en el instante presente. ¿Y qué experimentas en este momento que me estás contando esto que te ha ocurrido? – pregunto en la sesión. Y ahí la palabra describe, no enjuicia, no teoriza, no explica. Se vuelve poética.

Esto me recuerda al trabajo con Mario, un intelectual reconocido que vino a mi consulta cuando ya se había jubilado. ¡Toda su vida entrenando la mente pensante para hablar académica y elegantemente “acerca de”! Se esmeraba en plantear sus temas de forma casi literaria; y mientras lo escuchaba, en algún momento le preguntaba algo así como: ¿Te diste cuenta el gesto que estás haciendo con el dedo pulgar? Su mirada que estaba como perdida en el techo, de pronto bajaba al aquí y ahora. Y Mario tomaba conciencia de que no tenía idea de que estaba moviendo el dedo pulgar de una forma determinada. ¡Aunque eso estaba ocurriendo en el mismo instante presente!

Me da ternura recordar cómo le molestaban al inicio ese tipo de preguntas. Pero fue notorio cómo fue aumentando su capacidad de estar más presente en el presente.  Y su rostro que reflejaba cierta amargura por lo dejado atrás y cierta desazón por la indefinición del futuro, fue iluminándose cada vez más con una alegría y vitalidad, producto del asombro de lo que le iba ocurriendo en su cotidiano, por el hecho de estar más consciente del aquí y ahora.


Darse cuenta

“La felicidad es asunto de darse cuenta.  O es que te estás poniendo freudiano al decir: soy inconscientemente feliz”.

La afirmación de Perls es radical. Nada menos que nuestra felicidad tiene que ver con el "darnos cuenta". Esos momentos ajá, cuando tenemos un insight. ¿Será tan así como él lo dice? ¿Por qué lo afirma?

Darse cuenta es tomar conciencia, tomar conciencia es poder hacerme cargo, hacerme cargo es tomar responsabilidad, ser responsable es darme respuestas.

Y mientras voy hilando este razonamiento, me viene al cuerpo esa sensación o gama de sensaciones en tantos momentos vividos justamente de “caer en la cuenta”, “Ah, ¡era esto!”. Miles de momentos de toma de conciencia, en que el cuerpo se relaja, se energiza, se libera, se equilibra. Y algo encaja en el pecho y se siente como un click. Se experimenta paz o alegría, entendimiento, se cierra una Gestalt.

Y muchas veces, se vive como un descubrimiento muy personal. Quizás otra persona desde fuera ya lo veía con claridad, pero un@ mismo, hasta que no se da cuenta por sí mism@, no lo ve. Y ese instante es de satisfacción plena, de empoderamiento, de felicidad. Sí, da felicidad, concuerdo.


Figura-fondo

“Sólo un fenómeno puede ocupar el primer plano cada vez.”

Si miramos la siguiente figura, seguro se nos representan varias del estilo que circulan habitualmente, a modo de test, a modo de entretenimiento. A través de ellas podemos darnos cuenta de cómo funciona nuestra percepción.

¿Por qué unas personas ven primero una parte de la imagen y otras ven otra, si es la misma imagen? Porque tenemos filtros mentales, preconceptos, memorias, expectativas, preferencias, significados, atribuciones, etc.  Todos ingredientes que moldean nuestra percepción. Y veamos una u otra parte de la figura, lo cierto es que podemos verla de una forma a la vez. O ves la anciana o ves la joven. Puede que llegues a ver a una y otra alternativamente o puede que siempre veas una de ellas. Esto te informa de tu modo de mirar, tu modo de percibir. En este caso una imagen, también en relación a los eventos de la vida.

Vemos y destacamos algunas cosas y otras no, más bien las dejamos en el fondo.

Es tarea del terapeuta ir discerniendo en cada sesión del relato que hace el paciente, qué es figura para el paciente en esa ocasión. Un relato puede ser muy rico en detalles, pero ciertos indicadores nos dan la pauta de cuál es el emergente en dicha instancia. Y la escucha activa del terapeuta es fundamental para ayudar a la persona a poner foco en lo que realmente se le hace figura en determinado momento. El punto dentro del contexto relatado, que se distingue del resto. Diría que para trabajar terapéuticamente algo, tiene que haberse convertido en figura para el paciente. Pues ahí estará su atención, su energía, y podrá tomarlo como tema a trabajar.

Y en este punto no sé si es mi faceta gestáltica o mi faceta sistémica la que me hace afirmar esto, pero entiendo que como terapeuta no tengo que perder de vista lo que es fondo en esa circunstancia.


Sueños

En terapia, el trabajo con sueños es bien conocido, pero el abordaje clásico (freudiano) tiene un tinte ¿oscuro? Relacionado con lo reprimido, lo culposo. En Gestalt, el trabajo con sueños es un capítulo fascinante. Y he tenido la impresión de que Perls le daba una relevancia especial:

“En el sueño encontramos todo lo necesario, ya sea en su perímetro o en su ambiente, la dificultad existencial, … la parte que falta a la personalidad, todo está en el sueño…”

Los sueños son mensajes del Alma, el self. El inconsciente, desde esta perspectiva, no se me presenta como enemigo que me muestra lo que no quiero ver, sino como la parte sabia de la psiquis, la que se expresa en el sueño, libre del control que ejercemos en estado de vigilia. Lo que me completa, lo que no pude procesar en vigilia, se expresa en un lenguaje simbólico, multidimensional y por ello no interpretable.

En psicoterapia Gestalt los sueños no se interpretan. De alguna manera podemos decir que se recrean, se vivencian, se destilan, se escuchan, se leen y se resignifican.

A través de diferentes técnicas, se trata de que el paciente reviva el sueño, pero de forma consciente. Y es la persona, con la guía del terapeuta, la que decodifica el mensaje que el sueño tiene para ella. El terapeuta no interpreta ni manipula. Y si tiene alguna impresión de qué puede significar para el paciente, en base al conocimiento previo de éste y su contexto vital, es siempre a modo de hipótesis en todo caso.

Cada elemento del sueño representa una parte de mí, un aspecto de mí. Relatar el sueño en momento presente, como si lo estuviera soñando aquí y ahora, es para el paciente experimentar las sensaciones corporales que le produce y tomar conciencia de ellas y poder comprender el significado de lo soñado e integrarlo.

Acompañar estos procesos, es un viaje único y mágico.

Para finalizar este artículo, también acudo a las palabras del propio Perls.

“La mayoría de la gente considera el explicar como idéntico al entender. Hay gran diferencia. Como ser ahora; yo les puedo explicar muchas cosas. Les puedo entregar una serie de frases que les servirán para construir un modelo intelectual de cómo funcionamos. Tal vez alguno de ustedes siente coincidencia entre estas frases y explicaciones con sus vidas reales, y entonces esto significa comprender.”

O permítaseme matizar, empezar a comprender. Para comprender cabalmente el trabajo terapéutico gestáltico hay que experimentarlo.  Sea de manera presencial o virtual. Y con cada persona es singular, pues cada quien es cada cual.

Si quieres hacer un proceso puedes contactarme por Instagram: @akashaenea, por correo electrónico; akashaenea@gmail.com o por whatsapp: 00598 92 659 476.

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