La conexión con la naturaleza, los animales y, reconocerlo como algo sagrado, vivía en mí antes de mi nacimiento.
Hay características que ya vienen en nosotros desde el origen y, con un poquito de escucha, se siente, ¿verdad?
Me recuerdo, de muy pequeña, como un almita libre y poco conformista con un gran espíritu de exploración de lo sutil. Entraba en calma profunda contemplando a los animales y las plantas, trepando árboles, observando su movimiento, las formas simbólicas que se dibujaban en las ramas, en el cielo… el tiempo se paraba mientras descubría analogías en la naturaleza que me hablaban, era capaz de sentir la magia, me fascinaba estar rodeada de información deseando ser descifrada.
No era consciente aún, de que lo que podía parecer ser ¨estar perdiendo el tiempo¨, era estar desarrollando una habilidad que me diferenciaría y me acompañaría siempre convirtiéndose en mi refugio, en mi modo de vida:
El arte de comunicarme más allá de los sentidos.
Una potente atracción hacia lo místico y misterioso, que todavía no entendía, me conectaba con el Amor incondicional, con la inocencia, con el entusiasmo, y me indicaba claramente, que ese era el camino.
Danzar libremente era mi terapia innata, mi gran pasión, me conectaba con la libertad y la calma, me facilitaba expresar sin palabras, exploraba permitiendo que mi cuerpo se moviera desde la emoción, era mi gran recurso, elevaba mi estado anímico y vibración de manera asombrosa.
Te cuento algo curioso:
…Más adelante, laboralmente, me inicié como enfermera veterinaria, una de mis grandes pasiones. Durante el desarrollo de la profesión sentí un vacío en el gremio, tuve la necesidad de traer a este sector una visión más holística.
¡Tuve una brillante idea!
Formarme en diversas terapias que sí existían en humana y, con mis conocimientos de veterinaria, extrapolarlas y dar un novedoso servicio a los animales…
La vida me tenía preparada una gran sorpresa: un cambio en el tipo de especie de mis ¨pacientes¨.
Y es que dicen que ¨Si quieres hacer reír a Dios, le cuentes tus planes…¨
Estoy infinitamente agradecida por todo lo que aprendí durante estos años entre maestros peludos, que me brindaron diferenciarme como terapeuta y, por supuesto, como persona. Me recordaron la capacidad de comunicarme de manera intuitiva, de manera telepática, de corazón a corazón, intercambiando información a través de ondas…
Ellos, y ¨nuestra¨ generosa madre tierra, nos reconectan con nuestro estado natural del ser.
Mi espíritu multipasional y con inquietud constante de evolución, fue explorando diferentes disciplinas relacionadas con el movimiento, la respiración, los sentidos, la presencia, la energía, la expresión… descubriendo que todavía se podía ir más para adentro, hacia la fuente, todas estas disciplinas iban en una misma dirección:
¨hacer consciente lo inconsciente con dulzura y sin esfuerzo¨
Hoy, comprometida con mi servicio de compartir lo que se me dió